Shaykuman Tunayana, Liderança do povo Tunayana (Foto: Acervo CTI)

Experiencias de contacto con pueblos indígenas aislados en la Orilla Norte Oriental

Por Hugo Paiva 

Traducción: Lucas Bonolo

Durante el Encuentro Internacional Miradas sobre las Políticas de Protección a los Pueblos Indígenas ‘Aislados’ y de Reciente Contacto, entre otras pautas, se discutió acerca de las experiencias de intercambio territorial y de contacto con pueblos indígenas ‘aislados’ en la Orilla Norte Oriental, región situada al norte de las orillas de los ríos Solimões y Amazonas, en las provincias brasileñas de Amazonas, Roraima, Amapá y Pará.

Orilla Norte

Las Tierras Indígenas (TI’s) Trombetas Mapuera, Nhamundá Mapuera, Kaxuyana Tunayana y Zo’é componen un fragmento del conjunto de áreas protegidas de la Orilla Norte en Pará, totalizando juntas 7.873.103,66 hectáreas de floresta amazónica preservadas a través del uso y ocupación de pueblos indígenas del tronco lingüístico Karib (del que forman parte los pueblos WaiWai, Hixkaryana, Katuena, Karafawyana, Tikiyana, Xereu, Mawayana, Katxuyana, Tunayana, Kahyana, además de grupos en aislamiento) y del tronco Tupi-Guaraní (en la región, están los Zo’é, de reciente contacto).

El histórico reciente de estos pueblos está marcado por las migraciones y los ‘aldeamentos’ forzadas, a partir de los años 50, en misiones en la Guyana, Surinam y el Parque del Tumucumaque, así como por procesos de aislamiento voluntario.

A partir de los años 60, el proyecto evangelizador de las agencias misioneras coincidió con el plan de desarrollo del gobierno militar para esta región, orientado al poblamiento y ocupación militar. En los años 80, los militares realizaron el Proyecto Orilla Norte, que tenía como enfoque la apertura de carreteras, formación de asentamientos rurales, construcción de hidroeléctricas y concesión de lotes para minería.

En la región existe un gran interese en la minería. La actividad de explotación mineral se produce por dos frentes: un frente legalizado y ejecutado a escala nacional e internacional – representado en gran parte por la Mineração Rio do Norte, la mayor productora de bauxita en Brasil, que actúa en el río Trombetas; y otro frente, ilegal, realizado en menor escala, por medio de garimpeiros que invaden las tierras indígenas en busca de mineral.

Mesa Orilla Norte Oriental

En la mesa de discusión, João WaiWai, Jonas Hexkaryana, Juventino Kaxuyana y João do Vale Kaxuyana presentaron relatos sobre sus experiencias y relaciones con los ‘aislados’. Las declaraciones muestran un deseo de hacer el contacto con los ‘aislados’, al contrario de lo que orienta la Funai y la legislación, ya sea por preocupación con el bienestar de ellos (visto que algunos grupos están cerca de áreas de minería), sea ​​por intenciones con sentido evangelizador, que representaría una violencia cultural.

Siempre que se habla acerca a los ‘aislados’ con los indígenas de esa región, ellos se identifican con estos grupos, diciendo, en portugués, sus ‘parientes’. Esta afirmación podría tener sólo un rasgo político, de aproximar estos grupos a las comunidades actuales al decirse ‘indígenas’ a todos. Pero, en el caso de los Karib del norte-amazónico, tal identificación revela sobre el propio pasado de las familias que vivían allí antes de desplazarse a las misiones, al mismo tiempo en que expone una idea que ellos tienen de este pasado al hablar de los actuales ‘aislados’.

Jonas Hexkaryana es el responsable de la Coordinación Técnica Local de la Funai en Nhamundá (provincia de Amazonas) y, en su discurso, muestra preocupación por los ‘aislados’ al abordar el histórico de relaciones de su pueblo con el Estado.

En los ríos Nhamundá y Jatapu, existen varias comunidades de los Hixkaryana (en las TI’s Trombetas-Mapuera y Nhamundá Mapuera), y algunas de las aldeas, en el Jatapu, están fuera de Tierra Indígena. Según Jonas, los aislados están cerca de áreas de minería, pesca deportiva y ramales de extracción de hierro, siendo comunes los informes de trabajadores que vieron a los ‘aislados’ en las zonas. Tales informaciones ya fueron repasadas a la Coordinación Regional de la Funai en Manaus y al Frente de Protección Étnico-Ambiental Cuminapanema.

Eliseo Waiwai, cacique general de la TI Trombetas Mapuera, afirma que muchos de sus parientes que adentran en la floresta traen información de rastros de ‘aislados’. Dice que en esa región hablan la lengua Karib y defiende la necesidad de hacer el contacto.

“Nuestra Tierra Indígena es grande, va hasta Roraima, Amazonas y Pará. Pienso que los indígenas ‘aislados’ están en esa región, porque sucedió que los Waiwai vieron a los ‘aislados’ corriendo por el camino que usamos hasta Roraima. Me preocupa esto, pero sé que están dentro del área demarcada. Sólo falta encontrarlos”, dice Eliseo.

La presencia misionera entre los Waiwai es constante desde el contacto que establecieron en la Guayana, en 1949. Rápidamente, los primeros contactados se declararon “convertidos” y formaron a sus propios pastores, que salieron en expediciones detrás de otros grupos para hablarles de la “palabra de dios”. De tal modo que la propia constitución de este colectivo conocido hoy como Waiwai está intrínsecamente relacionada con la evangelización, y los indígenas de Mapuera tienen los misioneros como fuertes aliados.

La historia reciente de los Waiwai fue marcada por los ciclos de expediciones de contacto y atracción entre pueblos culturalmente próximos, que se unieron en la misión Kanaxen, en Guyana, y dieron origen al colectivo que hoy se conoce como Waiwai. La conversación sobre el no contacto, por lo tanto, plantea cuestiones muy delicadas entre ellos, pues ahí surgió parte de las costumbres y valores que hoy fundamentan su vida en comunidad, además de evocar también un período de sufrimiento para algunas familias que se fueron a Kanaxen y jamás lograron regresar a sus territorios.

Shayakumã Tunayana, líder del pueblo Tunayana, habló en su lengua, el Tiriyó, sobre los ‘aislados’. Él cuenta que en su tierra hay tres grupos: Kuriwaw, Xawakî y Kokarîta. La pregunta que él trae a los presentes (y que parece resonar en varios de los discursos) es sobre qué hacer cuando los ‘aislados’ lleguen a su aldea. Según él, la Funai les ha orientado a no ir detrás de los ‘aislados’, pero hay dudas sobre qué hacer si el contacto ocurre.

“Creo que ese contacto es inevitable y va a suceder pronto. Sigo preocupado con qué hacer cuando esto suceda. Nadie me ha orientado. Será difícil para mí, porque él es mi pariente y yo no voy a tener cómo decir que se vaya. Cada vez más los escuchamos cerca de nosotros”, afirma Shaykumã.

Juventino Katxuyana, de la Asociación Indígena Kaxuyana, Tunayana y Kahyana (AIKATUK), dice que la relación de su pueblo con los aislados es de amistad, que son sus parientes, y llama la atención sobre los diversos riesgos de contacto en la región. Entre ellos, está la presencia de garimpeiros en la Estación Ecológica del Gran Pará, al norte de la TI Kaxuyana-Tunayana y la Hidroeléctrica Cachoeira-Porteira, cuyos estudios para su construcción se iniciaron en la década de los 80 y afectaría a los pueblos Katxuyana, Hixkaryana, Katuena y Waiwai, que viven en la Tierra Indígena Nhamundá-Mapuera.

João Waiwai, de la Coordinación Técnica Local de la Funai en Oriximiná (Pará), reconoce los riesgos epidemiológicos del contacto y recuerda el año 1980, cuando el pueblo WaiWai llevó indígenas ‘aislados’ Karapawyana a sus comunidades y algunos murieron de gripe. Pero, a pesar de ello, y contrariando la política de la Funai, defiende que se haga el contacto con los indígenas en aislamiento en aquella región.

João Waiwai justifica esta necesidad al decir que hay muchos relatos sobre ‘aislados’ en las orillas de los tres ríos: el Trombetas, donde viven los Tunayana; el río Cachorro, donde viven los Katxuyana; y el río Mapuera, donde viven los Waiwai. Según él, los ‘aislados’ están siendo perseguidos por garimpeiros en las cabeceras del río Mapuera.

João do Vale Pekiriruwa Katxuyana, liderazgo del pueblo Katxuyana, narra el contacto emprendido alrededor de 1971 en la región del Parque del Tumucumaque. Según él, fueron ocho personas, en dos canoas, remando por más de un mes.

“Fue un viaje muy largo, la distancia era mucha. Fueron 42 días a remo hasta llegar. Íbamos pidiendo información en los quilombos, nos daban indicaciones de arroyos. Usábamos el GPS de nuestra cabeza. El GPS era el sol y las estrellas”, relató.

Según el relato había un anciano entre ellos que sabía cómo contactar a los aislados, y los orientó en esa tarea. En esa ocasión el grupo que encontraron era sólo de seis adultos viejos, que se presentaron como Ingarü.

“Por la mañana el viejo se despertó y dijo: ‘mis nietos, mis primos, cuando uno se encuentra con un  pariente que nunca ha visto, tiene que cantar, gritar así, y ellos sabrán que no somos enemigos’. El viejo fue adelante de todos, después de adornarse con brazaletes y corona de palmera. Y si fuesen grupos amigos, las mujeres iban adelante”, describió João do Vale.

Ingarune es el nombre dado al pueblo que vive en aislamiento probablemente entre las cabeceras de los ríos Kaxpakuru y Agua Fría (afluente del Erepecuru). Como los nombres no son atributos fijos de grupos bien definidos, y sí calificadores de relaciones, esta nomenclatura puede tener varios sentidos. Ingarune a veces es utilizado como un nombre general para la población que hoy comparte una lengua parecida, que normalmente son conocidos como Katxuyana, Kahyana, Txikyana y que viven en el sur de Surinam y en comunidades en los alrededores de la Misión Tiriós, del el río Trombetas y aún en los ríos Cachorro, Mapuera y Nhamundá. Ingarune y Warikyana, en este sentido de auto-atribución, se equivaldrían como un nombre general para estos pueblos. Pero ellos son también denominadores de grupos más pequeños.

Angela Katxuyana, de la Asociación Indígena Kaxuyana, Tunayana y Kahyana (AIKATUK), se emociona con este relato, cuando cuestiona el concepto de indígena ‘aislado’ y habla de la relación con el Estado.

“No se puede contener la emoción con el relato de mi tío. Estamos hablando de nuestros parientes, de nuestra sangre. Cuando él me habló de Ingarüne, él está hablando de sus tíos, de sus padres y también de mis abuelos, que son Ingarüne también. Cuando hablamos de ‘aislados’, ellos no se aislaron porque ya no querían estar cerca de nosotros. Esto sucedió porque el Estado nos retiró de cerca de ellos: nosotros fuimos aislados de ellos. Hablar de ‘aislados’ en la Orilla Norte es hablar de nuestra retirada de allá, de la violencia con que se ha hecho. Estoy muy contenta de que los Zo’é estén aquí. Quisiera decirles que nosotros siempre hemos pensado mucho en ellos, y no como una ‘obsesión’, como la Funai muchas veces ha pensado. Siempre pensamos que podríamos establecer otras relaciones con ellos. Los ‘aislados’ no son propiedad del Estado”, afirma.

Ángela defiende la participación indígena en el proceso de protección a los ‘aislados’, con participación efectiva, de toma de decisiones, de definición de políticas y no sólo como mano de obra. Según ella, los indígenas tienen sus propios protocolos de contacto y es necesario ampliar el diálogo con la Funai y mezclar sus protocolos oficiales con estos que los indígenas usan para reencontrar a sus parientes ‘aislados’.