Entre el fuego y la motosierra: los Awá Guajá de la Tierra Indígena Araribóia

traducción: Lucas Bonolo

Los Awá-Guajá, también autodenominados Awá, pertenecen a la familia lingüística Tupí-Guaraní. Tradicionalmente, son cazadores y recolectores nómades, ocupando históricamente las regiones cercanas a los valles de los ríos Turiaçu, Pindaré y Gurupi, en la provincia de Maranhão, en los limites de la Amazonia Oriental.

Desde el siglo XIX, con las invasiones y estructuras coloniales y, luego, con los frentes de expansión agrícolas y de explotación de recursos naturales, los Awá sufren un grave proceso de despojo territorial, que reconfigura todas las dinámicas de uso y ocupación de su territorio tradicional.

Después de algunos contactos esporádicos con la sociedad nacional, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la dicha “pacificación” de algunos grupos Awá se hizo efectiva sólo en los años 70, con la construcción de la Vía Férrea Carajás, proyecto estratégico de la empresa Compañía Vale do Rio Doce para el flujo predatorio del mineral de hierro en la región de Carajás (PA) hasta el puerto de Itaqui, en São Luís del Maranhão (MA).

Este proceso significó la sedentarización de los Awá recién contactados en puestos del Frente de Atracción Awá Guajá, que, incentivados por el gobierno, adquirieron nuevas prácticas de subsistencia, como la pesquería y el cultivo de productos agrícolas.

El confinamiento territorial y el largo histórico de amenazas de madereros y otros invasores ha significado la reducción de su movilidad territorial intensa, uno de los rasgos más llamativos de este pueblo. En la actualidad, los Awá de contacto reciente habitan las Tierras Indígenas (TI’s) Caru, Awá y Alto Turiaçu. Hay también informes y evidencias de que existen otros grupos en aislamiento voluntario, e incluso un registro de grupo ‘aislado’ en la TI Araribóia, confirmado a través de expedición de ubicación llevada a cabo por la Funai en 2009.

Existe poca información sobre el proceso de ocupación de los Awá en aislamiento voluntario en la TI Araribóia. Se supone que su nomadismo tradicional, junto a sucesivas retiradas e huidas de los grupos Ka’apor, de los propios Guajajara-Tenetehara (pueblo que habita la TI Araribóia) y mismo de los blancos, son algunos elementos que confluyen para la separación y fragmentación territorial que llevaron a la permanencia del grupo ‘aislado’ en la TI Araribóia. Por medio de relatos de cronistas e investigaciones historiográficas, además de las pistas históricas, los Guajajara-Tenetehara demuestran la presencia de los Awá ‘aislados’ como algo antiguo e inmemorial.

Los desafíos de esta cooperación territorial se han trasformado en las últimas décadas, desde estrategias internas de uso y ocupación hacia el enfrentamiento de las presiones y amenazas externas que ponen en riesgo la seguridad física y territorial de ambos los pueblos que habitan la TI Araribóia.

 

Amenazas y vulnerabilidades territoriales

La porción amazónica de la provincia de Maranhão está marcada por los efectos de un modelo de uso y ocupación del suelo guiado por la expansión de la frontera agrícola y ganadera, por grandes proyectos de infraestructura y desarrollo, y por la explotación ilegal de recursos naturales, en particular, los recursos madereros – generando impactos ambientales graves, conflictos relativos a la tierra y la violencia histórica en el campo brasileño, con efectos negativos en una escala amplia y que llega a toda la socio-biodiversidad de la región.

Según el IBAMA (datos de 2016), la tala ilegal de madera en Maranhão llegó a 120 miles de metros cúbicos por año, lo equivalente a cerca de 30 mil árboles. El organismo señala también que el 99% de la madera robada en el estado sale de las unidades de conservación federales y de tierras indígenas.

La TI Araribóia se incluye en este contexto regional y sufre con el intenso proceso de degradación ambiental por madereros e incendios forestales. El binomio incendios-madereros está intrínsecamente relacionado, sea porque la pérdida de la cobertura vegetal es un factor de aumento de incendios, sea por las fuertes sospechas de que muchos de los incendios son criminales, hechos como retaliación de los madereros frente a las acciones indígenas de vigilancia y de monitoreo de los organismos competentes.

Las tasas de deforestación en la TI Araribóia son muy altas. El acceso de los madereros se ve facilitado por la red de carreteras de tierra en la región, y la proporción de pérdida de florestas calculada en el año de 2009 se muestra superior a cualquier otro territorio indígena en Brasil. Según los datos del Proyecto PRODES del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), desde 1997 hasta 2015, fueron desmatados aproximadamente 250 km² de floresta en la TI Araribóia.

Además, debido a su intensidad en los últimos dos años, los incendios – que se producen cada año en la estación seca – se convirtieron en una amenaza para la seguridad física y territorial de los Guajajara-Tenetehara y los Awá ‘aislados’, así como se hicieron objeto de combate de los indígenas y las organizaciones indígenas.

En octubre de 2015, el incendio en estos territorios ya había devastado aproximadamente 220.000 de los 413.000 hectáreas de la TI Araribóia, lo que representa más del 50% de la superficie del área (INPE). En 2016, los incendios volvieron a atacar la tierra, elevando la seriedad de la situación. Como puede verse en informaciones obtenidas por el satélite referencial AQUA (MT), a partir del Programa Queimadas – monitoreo por satélites, del INPE, se registró 408 focos de incendio dentro de la TI Araribóia, de enero a noviembre de 2016.

Los incendios resultan en la deforestación severa, la muerte de los animales, la pérdida de toneladas de frutos, la destrucción de las plantaciones, casas y muchos problemas de salud. Todas estas consecuencias tienen un impacto negativo en la vida de los Guajajara-Tenetehara y de los Awá ‘aislados’, e incluso para las familias no indígenas de la región. La presencia de madereros y la total falta de control, por lo tanto, amenaza modos de vida tradicionales y agrava el cuadro ya desastroso de vulnerabilidad en el cual están insertados estos pueblos y grupos.

 

La protección territorial de los Awá ‘aislados’ de la TI Araribóia

Las presiones que afectan a la TI Araribóia se despliegan en la escasez de oferta de caza, recursos extractivos y recursos hídricos, de los cuales los Awá en aislamiento dependen directamente para su subsistencia, transformando así la dinámica territorial del grupo y orientando potencialmente la situación a un contexto de inevitable contacto con la sociedad no indígena.

El combate a esta situación se ha producido a través de las acciones de monitoreo del Frente de Protección Étnico-Ambiental Awá Guajá, con la participación de indígenas Guajajara-Tenetehara, que, juntos, recogen las zonas de uso y ocupación de los Awá para levantar datos, hacer encuestas, planificar la recuperación de áreas degradadas o estratégicas, así como estructurar el campamento de cuarentena, como parte de un plan de contingencia en caso de una situación de contacto imperativo. Las acciones indígenas de vigilancia, prevención y combate de incendios, y la inspección y monitoreo ambientales se han implementado en la TI Araribóia como estrategias de estructuración, para garantizar la seguridad física y territorial tanto de los grupos ‘aislados’ como de los Guajajara-Tenetehara.

Las operaciones para disuadir y desarticular los grupos criminales se llevan a cabo por el IBAMA, la Funai, las Policías Federal y de Carreteras, y el Batallón de Policía Ambiental. Aunque se considere que estas acciones han tenido cierto éxito, los territorios siguen muy vulnerables a todo tipo de amenazas para las poblaciones indígenas.

En este sentido, la Funai ha invertido en los últimos años en un acuerdo de cooperación con la Secretaría de Seguridad Pública de Maranhão, de modo a garantizar la realización de acciones continuadas de vigilancia sobre las Tierras Indígenas, así como proporcionar protección a los líderes indígenas amenazados por participar en la lucha contra los madereros y otros criminales.

Vea el testimonio de Clóvis Guajajara, colaborador en las acciones de monitoreo y vigilancia de los Awá en aislamiento voluntario.