Manãxika Guajá da Terra Indígena Caru. Foto: Acervo CTI

Indígenas de Maranhão discuten sobre amenazas a sus territorios y acciones de protección y gestión ambiental

Por Hugo Paiva

Traducción: Lucas Bonolo 

Entre las diversas discusiones realizadas durante el encuentro Miradas sobre la política de protección de los Pueblos Indígenas ‘Aislados’ y de Reciente Contacto en la Cuenca Amazónica y Gran Chaco, representantes de los pueblos indígenas de la provincia brasileña de Maranhão discutieron sobre las amenazas a sus territorios y sobre las acciones de protección y gestión ambiental, realizadas por ellos.

En la mesa, estaban presentes indígenas Awá Guajá, considerados de reciente contacto, e indígenas Guajajara, que habitan las tierras indígenas Araribóia y Caru. En las dos tierras, hay presencia de grupos indígenas en aislamiento voluntario, y estos pueblos mantienen relaciones ora de tensión – cuando ocurren avistamientos accidentales en la mata –, ora de cuidado – ya que los indígenas que viven en comunidades en esas tierras se preocupan por la seguridad física y alimentaria de los ‘aislados’ y también protegen estos territorios.

Iniciando el debate, Manãxika Guajá confirmó la existencia de grupos ‘aislados’ en la Tierra Indígena Caru y afirmó ya haberlos encontrado durante cacerías. Él dice que los ‘aislados’ que habitan esta región son muy aguerridos y no quieren saber de gente, ni blanco ni indígena. Él considera tal situación peligrosa.

“En mi tierra, cuando nosotros cazamos, vamos a vivir en la cacería, también mi hermano o mi abuela, y hay indígenas aislados, a quienes gusta vivir dentro de la floresta. No es como dicen, que son mansos. Son valientes y peligrosos para nosotros. La FUNAI tiene que ayudar a nosotros. Ellos no quieren saber de gente, ni blanco ni indígena. Yo puedo ver en el mapa cómo la tierra es muy pequeña para todos nosotros. Somos varios pueblos y nuestro estilo de vida exige grandes porciones de tierra preservada. Cuando uno va a por agua en la cabecera de un arroyo, donde se concentran los aislados, es muy peligroso”, subrayó.

Manãxika también dijo sobre los lugares donde hay grupos en aislamiento en la TI Awá y Araribóia, y las diferencias entre estos grupos. Señalando la cabecera de un río en el mapa, él indica dónde hay uno de estos grupos y explica sobre la acción de madereros en la región.

“Había muchos madereros allí también. Todo se pasa en la tierra. Ellos van para allá. Hay maderero aquí, allá, ellos vienen para acá donde nosotros cazamos. En la TI Araribóia hay también. Hace algún tiempo, yo fui allí, con los Katakoa, a ver qué tipo de indígenas son. Los que están cerca de nosotros los llamamos ‘mihua’, como decir ‘indio bravo’. En Araribóia son otros. Creo que son mansos. Ellos cantan. Nosotros cantamos para ellos y ellos devuelven cantando para nosotros”, destaca Manãxika.

Antonio Wilson Guajajara, cacique de la Aldea Maçaranduba, en la TI Caru, habla sobre la dificultad de preservar la floresta y el modo de vida de los ‘aislados’.

“Yo agradezco a Tupã por tener esta tierra todavía bien preservada y por tener cerca a los parientes de nuestra organización y del pueblo Awá. Tenemos mucho orgullo de su presencia y sabemos que ellos necesitan cada vez más nuestro apoyo, porque no es fácil mantener una floresta de pie, y principalmente mantener una etnia allí en medio de aquella floresta sin saber bien lo que está pasando alrededor. En la tierra Caru, la situación ya estuvo peor; hoy nuestras organizaciones están un poco mejor. Nosotros ya nos deparamos con 70 tractores devastando nuestra tierra, madereros y organizaciones criminales que vienen de muy lejos para destruir todo”, afirma.

El cacique guajajara habló además del trabajo de vigilancia y concientización que ellos vienen desarrollando en la región, realizados por hombres y mujeres, respectivamente, por medio de la Asociación Indígena Comunitaria Wirazu. Además del monitoreo de las TI’s, existe la necesidad de explicar, en los pueblos del entorno, sobre la importancia del territorio para los pueblos indígenas que viven en ellos.

“Necesitamos más apoyo. Vivimos de nuestra tierra, de nuestra floresta. Creamos el grupo de guardianes, que hacen la vigilancia y repasan las informaciones para el Ministerio Público, la Policía Federal y desafortunadamente no tienen respuesta. Estamos encarando todo con fe y coraje. Las mujeres, nuestras esposas, también están siguiendo todo. Tenemos un proyecto en el que ellas también van a cada pueblo para otro tipo de averiguaciones. Hay gente a quien no le gusta ver nosotros en las otras comunidades. Ellos dicen que no podemos entrar, que está prohibido, que es su área”, lamenta Antonio Guajajara.

En los últimos años, los incendios criminales se han vuelto un problema con que deben lidiar, como, por ejemplo, en octubre de 2015, cuando un incendio criminal en los territorios devastó cerca de 220 mil hectáreas, de las 413 mil hectáreas de la TI Araribóia – cifra que representa más del 50% del área. Para enfrentar esta realidad, los indígenas de estas tierras han creado una brigada indígena de combate al fuego.

“Hay madereros, cazadores, cultivadores de droga y traficantes, y ahora tenemos un nuevo enemigo: el fuego. Criminales dieron fuego en nuestras florestas, con los parientes Awá metidos en su interior! Fuego por todos lados y nosotros preocupados por ellos. Murieron también muchos animales. Imagine los ‘aislados’, que viven apenas de la caza y la pesca, ahora van a salir y no van a encontrar nada. Los criminales están usando esta arma contra nosotros. El maderero entra, quita la madera y se va. El fuego destruye todo en su camino”, esclarece el cacique.

Franciel Guajajara, coordinador de los Agentes Ambientales Indígenas AAI/Wazayzar en la TI Araribóia, explicó el trabajo de monitoreo del territorio y habló sobre las amenazas y violencias sufridas por los indígenas. Según él, también están siendo amenazados por proteger a los Awá ‘aislados’ y sus tierras.

“Los madereros están matando y quemando a los indígenas. Hubo gente que ya lo dijo y yo temo que es verdad. En Amarante, un guajajara fue quemado para que todo el mundo viera. Incluso se filmó. Imagine ahora a los parientes ‘aislados’ allá en la floresta. Nosotros no pasamos la mano en la cabeza de nadie, indígena o no indígena. Queremos punición para los criminales y quienes no respectan. Si un indígena mata a un karaiwa (no indígena), él es buscado; pero si un karaiwa mata a un indígena, no pasa nada. Los Guardianes (AAI) están allí para contribuir también con la policía, con informaciones, para evitar el crimen dentro de la TI. Pero la policía entra sin pedir permiso al cacique, sin ningún respecto. No puede, el territorio es nuestro”.

Ya el cacique José Ignacio, líder en la Aldea Lagoa Comprida y presidente de la COCCALITIA, habló de las alianzas que ha firmado con el gobierno provincial de Maranhão, con la Secretaría de Seguridad Pública y con el Batallón de Policía Ambiental (BPA).

“Nos reunimos con el gobierno de Maranhão para crear una comisión de políticas públicas hacia los pueblos indígenas y el gobierno aceptó. Estamos cobrando principalmente a la Secretaría de Seguridad Pública y el BPA. Está funcionando. En los municipios de Arame, Bom Jesús da Selva y Buriticupu, la policía ha cerrado varias empresas madereras. Pero queremos seguir luchando por la protección del territorio. No hay nada más gratificante que ver a la floresta entera, viva, de pie”.

Entre las declaraciones de la mesa de Maranhão, se comentó bastante el trabajo de protección territorial que ellos mismos desarrollan. Todas estas acciones son de gran importancia para los que viven en estos territorios y, sobretodo, para los pueblos en aislamiento que viven allí. Pero hay clara necesidad de apoyo de las instituciones y organismos del Estado en tales acciones de protección territorial. Los indígenas vigilan, hacen el monitoreo, pero la fiscalización es responsabilidad del Estado. Como ha destacado el cacique Antonio Wilson, ellos proveen las informaciones y muchas veces no hay respuesta ni acciones contundentes de los organismos del Estado.

En todas las tierras indígenas citadas hay gran vulnerabilidad, con altos índices de deforestación en el entorno, e invasiones constantes de madereros. La Amazonia de Maranhão está marcada por los efectos de un modelo de uso y ocupación del suelo orientados por la expansión de las fronteras agropecuarias, por grandes proyectos de infraestructura y desarrollo, y por la explotación ilegal de recursos naturales, especialmente los recursos madereros, lo que genera impactos ambientales graves, más allá de conflictos y violencia en el campo.

Según el IBAMA (2016), la retirada ilegal de madera en Maranhão llegó a 120 mil metros cúbicos al año, que equivalen a cerca de 30 mil árboles. El organismo señala, además, que el 99% de la madera retirada en la provincia sale de Unidades de Conservación Federales o de Tierras Indígenas.

Según la investigación hecha en la materia Entre el fuego y la motosierra: los Awá Guajá de la Tierra Indígena Araribóia, las tasas de deforestación en la TI Araribóia son altísimas. La proporción de pérdida forestal apurada en el año 2009 se muestra superior a cualquier otro territorio indígena en Brasil (el acceso de madereros es facilitado por la red de carreteras de tierra presente en la zona). Según datos del Proyecto PRODES del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), desde 1997 hasta 2015 fueron deforestados aproximadamente 250 km² de florestas en el interior de la TI Araribóia.

Así, como oposición a todas estas acciones criminales y como una de las estrategias de gestión y protección territorial del complejo de Tierras Indígenas y Unidades de Conservación, los participantes de la mesa levantaron la discusión sobre la creación del Mosaico de Áreas Protegidas del Gurupi.

Según el Artículo 26 de la Ley del SNUC (Ley Federal nº 9.985, de 18 de julio de 2000), cuando existe un conjunto de unidades de conservación de categorías diferentes o no, próximas, yuxtapuestas o superpuestas, y otras áreas protegidas públicas o privadas, así constituyendo un mosaico, entonces la gestión del conjunto deberá ser tomada de forma integrada y participativa, considerando sus distintos objetivos de conservación, de forma a compatibilizar la presencia de la biodiversidad, la valorización de la diversidad social y el desarrollo sostenible en el contexto regional.

Así, en algunos casos, los mosaicos pueden ser una de las soluciones para combatir los índices de deforestación e impactos ambientales, teniendo su enfoque en la gestión integrada de áreas protegidas y sus zonas de amortiguación, contribuyendo directamente con el ordenamiento territorial y la valorización de la identidad regional con objetivos conservacionistas.