Tapiris de isolados na fronteira com o Peru (foto: Acervo CGIIRC/Funai)

Desafíos en las fronteras: entrevista con Beatriz Huertas

Por Nathália Clark | Traducción: Manoel Giffoni

Mucho antes de que fuesen definidos los límites geopolíticos “oficiales” de cada uno de los países sobre cuyos territorios se extiende la selva amazónica, ya habitaba allí una amplia variedad de pueblos indígenas. Si bien antes transitaban libremente por las áreas de ocupación tradicional de sus antepasados, hoy muchos de estos pueblos se mantienen en búsqueda o prófugos permanentes, permaneciendo “aislados” de la sociedad occidental y rechazando el contacto con la misma. Sin embargo, el actual contexto socioeconómico, con la presencia de grandes empresas y los proyectos nacionales desarrollistas,  y que en mucho difiere a la de los tiempos pre-coloniales, se ha opuesto cada vez más a esas poblaciones, amenazando así su integridad física y cultural.

Muchos son los obstáculos para el accionar de las organizaciones de la sociedad civil y organismos gubernamentales en favor de la protección de los derechos de esos pueblos y el respeto a su opción por el aislamiento voluntario: las diferentes legislaciones que abordan la temática o el vacío legal, en muchos casos; las distintas posturas acerca del contacto; las diferencias entre las políticas indigenistas de Estado dirigidas a estos grupos; la dificultad de acceso en ciudades distantes a los grandes centros urbanos; la escases de recursos financieros y humanos para actuar en esas regiones.

Para hablar de los desafíos de este trabajo a nivel regional y, más específicamente, en la frontera entre Brasil y Perú, entrevistamos a la investigadora Beatriz Huertas. Nacida en Lima, Perú, trabaja desde 1994 asesorando a organizaciones indígenas de la Amazonia, como la Federación Nativa de Río Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD), la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y el Comité Indígena Internacional para la Protección de los Pueblos en Aislamiento y en Contacto Inicial de la Amazonia, Gran Chaco y la Región Oriental del Paraguay (CIPIACI).

Lea la entrevista:

¿Cómo se da el tránsito de los grupos aislados en las regiones de frontera y en qué sentido esos movimientos transfronterizos están conectados a los impactos derivados de las políticas específicas de cada Estado-Nación?

La mayor parte de los pueblos que se encuentran en aislamiento en esas áreas se mueve alternadamente hacia ambos lados de la frontera. Sus viajes están marcados principalmente por las estaciones del año, normalmente permaneciendo en las cabeceras de los ríos en las temporadas de lluvia y moviéndose corriente abajo en épocas de sequía. Esto les permite abastecerse de los diversos recursos que necesitan para vivir. Sabemos que durante esas recorridos son comunes los encuentros con parientes y miembros de otros pueblos aislados. De la misma forma, ellos se aproximan a comunidades o aldeas ya contactadas, en donde obtienen objetos de metal. Estos son los momentos en los que posiblemente ocurren tensiones.

“Lo que llamamos las áreas de ‘frontera’ son territorios que alguns pueblos viven hace siglos, que conocen muy bien y que son parte de su identidad cultural.”

– Beatriz Huertas

La dinámica económica, política y social de estas naciones tiene mucho que ver con las dinámicas de movimiento de los pueblos aislados. Hemos visto como la presión territorial puede cambiar sus rutas de desplazamiento, obstaculizar la oferta de recursos para su subsistencia y afectar sus vidas en general. Estas son cosas que pueden agudizar los conflictos entre los aislados y las poblaciones vecinas. Es por ello que es necesario que las autoridades entiendan la importancia del territorio para los aislados, las dinámicas de desplazamiento de esos pueblos, los factores que alteran o influencian esas dinámicas y las consecuencias de esas alteraciones. Sólo teniendo en cuenta toda esta información y las implicancias de las presiones territoriales, es que se puede tener una imagen real de la situación y, a partir de ahí, direccionar acciones para una mejor protección de esos territorios y esos pueblos.

¿Desde el punto de vista de la diplomacia, los gobiernos han sido capaces de trabajar en pro de una gestión compartida de la política de protección de esos territorios?

Tenemos una larga experiencia de presión al Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú para que trabaje de manera conjunta con Brasil y que se aborde la cuestión de la frontera con respecto a la situación de los pueblos aislados. Pero en este contexto, la cuestión de los pueblos indígenas es aún desconocida y distante. Estamos tratando desde hace muchos años para que exista un trabajo binacional, donde los Estados de cada país conversen, para que aborden los temas y ejerzan una protección basada en el respeto de los derechos de los pueblos aislados de manera conjunta. Pero hasta la fecha no ha habido ningún progreso digno de ser mencionado.

El Ministerio de Cultura de Perú (agencia estatal peruana encargada de los asuntos indígenas) tiene un convenio con la FUNAI, pero que aún no ha sido implementado. Tienen dificultades para comunicarse y así avanzar en un trabajo en conjunto. Es así que prevalece la sensación de que, por ese camino, la relación binacional con Brasil para una protección transfronteriza puede ser muy larga y burocrática.

Por otra parte, sobretodo en el último año, las organizaciones indígenas de Perú que se proponen el reconocimiento y protección del corredor territorial * han avanzado enormemente en sus relaciones con las organizaciones indígenas de Acre (el pueblo Manchineri, Kaxinawá y Ashaninka). Ellos se unieron para llevar adelante la propuesta y lograr la protección efectiva de los pueblos aislados de la frontera entre Brasil y Perú.  En este proceso también ha habido un acercamiento con las autoridades del Estado de Acre.

* La propuesta del Corredor Territorial de Pueblos Indígenas Aislados y de Reciente Contacto Pano, Aruak y otros, es un área de 8.890.000 hectáreas, localizada en la región amazónica, entre los departamentos de Ucayali, Madre de Dios y Cusco, en Perú y en el Estado de Acre, en Brasil.

¿Cree usted que hubo avances en las políticas de protección a los aislados en América del Sur desde la primera reunión internacional sobre pueblos indígenas aislados, realizada en Belem en 2005, hasta ahora?¿Hubieron retrocesos?

Se ha avanzado en términos legislativos en países como Bolivia, Ecuador, Perú y Brasil. Existen más instrumentos normativos donde la temática es mencionada de alguna manera. Pero también, en paralelo a esto, están avanzando los instrumentos normativos que promueven la exploración de los recursos naturales en las áreas habitadas por esos pueblos. Hay más normas que facilitan, promueven e impulsan estas actividades en sus territorios. Por lo tanto, existe una contradicción muy grande.

El tema se ha vuelto más visible, eso es seguro. En todos los países se habla más de los pueblos en aislamiento voluntario. Bolivia se ocupó de este tema por un tiempo, inclusive fueron realizados eventos internacionales muy importantes junto a las Naciones Unidas, pero no existe una política de Estado y menos aún avances en términos de protección territorial. En Ecuador la temática está centrada en el (Parque Nacional) Yasuní, sobre todo el tema en torno a la exploración de los lotes de petróleo en esa zona y en los severos impactos en sus pueblos aislados, tanto histórica como actual.

En Colombia tenemos algunos avances importantes en la producción de información y en la gestión de las áreas naturales protegidas. No es que no haya un sistema establecido, pero hay personas que impulsan este debate. En Paraguay, finalmente las autoridades comenzaron a reconocer la existencia de una diversidad de grupos Ayoreo en aislamiento, cuando antes se hablaba de una sola. Sin embargo, grandes extensiones de la selva en la región del Chaco, territorio en el que habitan, están siendo destruidas día tras día. Tenemos que tener en mente también que Paraguay es uno de los países con mayores tasas de deforestación en América del Sur.

¿Cuáles son los principales retos y amenazas a nivel regional?

La política a nivel regional es la misma: impulso a las actividades económicas que afectan directamente a la vida, los territorios y los derechos de los pueblos indígenas en general y, más significativamente, a los aislados. Esas son políticas internacionales, establecidas por la demanda internacional por recursos naturales, como la búsqueda de madera, minerales y biocombustible. Respecto a esto, no hubo un cambio mayor, y ese es un gran problema que afecta al conjunto de los países. El debilitamiento de las legislaciones que protegen los derechos indígenas y las instituciones que tienen la obligación de garantizar esos derechos es, también, un fenómeno que se observa en todos los países.

¿Cuáles son las principales y más efectivas medidas que deben ser tomadas para la protección de los aislados? ¿Cómo puede actuar la sociedad civil para fortalecer ese trabajo?

Creo que existen varias líneas de acción principales: información y sensibilización de la sociedad como un todo; presión sobre el Estado para brindar seguridad jurídica y protección efectiva en el territorio; diseño de mecanismos para la prevención de contactos forzados; y la atención a las situaciones de emergencia que demanden contacto y sus consecuencias. En cuanto a la sociedad civil, ya hay muchas organizaciones que están sensibilizadas pero no saben muy bien cómo articular, entonces es necesario mejorar el vínculo entre ellas para que trabajen todas juntas en pos de la protección de esos pueblos.

Respecto a las organizaciones indígenas, es necesario un fuerte trabajo con las comunidades de base, a fin de que ellas sigan diseñando e implementando mecanismos de protección. Las comunidades están ahí, son vecinas de los aislados, y tienen un papel fundamental en la protección de estos grupos y de sí mismas. También es necesario fortalecer esas organizaciones en cuanto a las tentativas de división por parte de las empresas y Estados toda vez que defienden los derechos indígenas frente a grandes proyectos o megaproyectos de infraestructura.

Las alianzas que están siendo establecidas entre organizaciones indígenas de Brasil y Perú en la zona de Acre-Ucayali-Madre de Dios son un avance muy importante. Es muy difícil que una organización indígena, que ya tiene tantos problemas en su propio territorio, mire más allá de sus fronteras. Sin embargo, eso es lo que está pasando: están viendo más allá de sus fronteras. Están entendiendo la importancia de tener a mano toda la información sobre las dinámicas territoriales de los aislados para protegerlos de hecho.